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WEISBURD
(El Bravo) Weisburd es una localidad del Departamento Mariano Moreno, Santiago del Estero Republica Argentina. Sus 3.868 hab. (2001) representan el 13,79 % del Dto., y el 0,481 % de la provincia. Se sitúa en el noroeste de la provincia de Santiago del Estero, dentro de la Región Chaqueña, es una llanura boscosa, sin cursos de agua natural como ríos o arroyos
Cuadno los ingleses se retiran absolutamente de las provincias para hacer tanino de Mimosa asiática, a un precio mucho más bajo, arrastran en agonía a esta fábrica, que quebró en 1961.
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Israel Weisburd inaugura su moderna fábrica de tanino en el año 1941 incentivado por la gran demanda originada por la guerra mundial. El edificio de una manzana era de ladrillos vistos, con techos de cinc, con maderas y una enorme chimenea que le daba un marco espectacular que se agigantaba cuando los trenes ingresaban directamente por el portón de la fábrica. La capacidad de producción era superior a las 5.000 Tn. anuales y durante más de 10 años funcionó las 24 horas del día. Más de 3.500 obreros trabajaban en tres turnos rotativos y se alojaban en modernas casas de material, con tejas rojas separadas con costaneras blancas en medio de un tupido bosquecillo de frondosos árboles. Era un verdadero oasis en el desierto. Parecía el país de Caperucita Roja…”, me cuenta reviviendo sus recuerdos y reprimiendo algunas lágrimas de nostalgia y emoción, Sofía “Mika” Montesinos de Abalovich.
Pero allí no había ningún lobo feroz. Vivía un anciano inmigrante judío, don Israel. Weisburd, que había jurado erradicar el rancho. "Quiero morir sin ver ranchos en este lugar", acostumbraba decir don Israel, y es por eso que había mandado construir esas casas de material, con dos dormitorios, cocina y baño, dotadas sin cargo, de luz eléctrica y agua corriente, que llegaban de las cañerías especialmente instaladas, por si los aljibes se secaban. Igualitas a las de los barrios marginales inaugurados por el Matrimonio Ilustre.
"Era un pueblo modelo, muy organizado", continuó contándome "Mika". “...Todo era de los Weisburd, la estación, el ferrocarril, el hospital, la estafeta, el único cine, etc.", hasta el mobiliario de nuestra escuela nacional, pero todo el mundo era feliz. Yo creo que nada faltaba. Las calles eran anchas y abovedadas y recuerdo el día que por impulsos míos se bautizó con el nombre de Gral. San Martín a la calle principal que iba de la Administración hasta la escuela. Estaba todo el pueblo y se realizó un desfile de la población portando .antorchas. Por supuesto que fue encabezada por don Israel, su sobrino León Weisburd, el administrador, y mi esposo Marcos, contador de la firma a quien conocí en el lugar. Fue un espectáculo inolvidable...”
El pueblo contaba con un moderno hospital con los mejores elementos de cirugía y muy buen personal de médicos y enfermeros que se ocupaban de la salud de toda la región. En Weisburd también existían canchas de fútbol, básquet, clubes y se entregaban parcelas a los obreros para agricultura y ganadería. La enseñanza primaria era obligatoria en las 17 escuelas que existían de la compañía.
Es verdad que era un enorme latifundio de 50.000 has, pero sus características eran totalmente distintas de las descriptas por Amalio Olmos Castro cuando acusaba a los latifundistas como verdaderos señores feudales. En primer lugar, Weisburd fue el único y primer pueblo forestal estable que no llevaba el destino y el fin de los otros fundados a la vera del ferrocarril siguiendo al obraje en su trashumancia y alrededor de los boliches y prostíbulos que por otro lado eran prohibidos. En segundo lugar, es fundamental resaltar que si bien había una proveeduría de la Compañía, también existían comercios de particulares con plena competencia con los precios fijados por la empresa. Y no se conocieron. Por lo menos después de 1942, los vales tan usuales en la campaña. “No quiero un pueblo sin fe, decía don Israel, porque si no hay fe se dedica al vicio, y mandó a construir una iglesia católica, a pesar de que era judío practicante. Y aunque nunca participó en política, no tuvo inconveniente en permitir que los obreros de su empresa en los camiones de la compañía fuera a saludar al General Perón en 1943 cuando se festejó el 400 aniversario de la fundación de la Madre de la Ciudades. Es decir que había libertad y no esclavitud. Ese es el principal mérito de Weisburd. Y por supuesto que es también nuestro principal reconocimiento.
Pero lamentablemente la Forestal, los ingleses, como en Las Malvinas, puso sus uñas y dientes sobre Weisburd. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Murió de impotencia don Israel que había jurado no despedir ningún obrero y oponerse a los designios de la Forestal. Y también se extinguieron Weisburd, Villa Fanny, Villa Brana y todo el emporio construido con tanto sacrificio. De nada sirvieron los esfuerzos postreros de crear una Carbo Química, la más moderna de Sudamérica, que llegó a producir nafta de aviación extraída de la destilación del quebracho, conforme lo contara León Weisburd, hijo de don Israel, al Ingeniero Néstor Ledesma, ambos integrantes de la Comisión Fundadora de la Facultad de Ingeniería Forestal en Santiago del Estero. Tampoco subsistió el taller de reparación de las máquinas y vagones del ferrocarril utilizando la enorme capacidad industrial que tenían. Todo fue inútil. Hubo responsables y culpables no sólo por la acción de La Forestal sino por la inacción de los gobiernos provinciales y nacionales. ¿Y porqué no decirlo.? Un pueblo entero que calló su dolor.
Conversé también en aquella visita con una veintena de jóvenes que realizaban trabajos de carpintería, fabricando puertas y bancos para escuelas y que conformaron la Cooperativa de Trabajo Mariano Moreno cuándo fue expropiado el pueblo en 1975. La Cooperativa aún existe y es, quizás, la gran esperanza para la región. Les pregunté si conocían el pasado del lugar donde nacieron. Nadie me respondió, o quizás no se atrevieron a hacerlo. La memoria de los oprimidos sigue estando ausente de la historia de los pueblos. Caminé por los enormes galpones por última vez y sentí como retumbaban las maquinarias y los ecos del pasado que retornaban como en “Quebracho”, la memorable película argentina.
Weisburd sigue siendo nuestro Corazón de Tanino, como lo dijo muy bien el inolvidable Felipe B. Corpos.
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